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Fotografías:Eugeni PONS
Diálogo con el mar
Ubicada en un acantilado de la Costa Brava, se encuentra esta residencia con espléndidas vistas al mar Mediterráneo, que desarrolla un extenso programa funcional a partir de los diferentes niveles de adaptación orográfica. Accediéndose por la parte superior de la parcela, se va descubriendo a través de un camino serpenteante, los distintos volúmenes arquitectónicos integrados en las maravillosas vistas de este enclave único y rebosante de vegetación autóctona.
El principal reto del proyecto fue intervenir en una singular vivienda de los años 60, una pequeña joya del post-racionalismo catalán diseñada por el polifacético arquitecto Joseph Ma Bosch Aymerich, quién concibe un atrevido volumen cúbico y compacto que emerge de la montaña en forma de gran voladizo sobre el escarpado abismo, seguramente posible gracias a sus grandes dotes como ingeniero.
Nuestro cometido consistió en convertir el reducido programa existente en un dilatado proyecto, considerando una serie de diversos anexos, salas e instalaciones totalmente indispensables hoy en dia en una vivienda de esta categoría y haciéndolo compatible estética, visual y funcionalmente con el edifico preexistente.
Para ello se establece una gran plataforma ajardinada a un lado del edifico antiguo y que debido al microclima de la zona, nos permite utilizar durante todo el año este espacio exterior como nexo de unión de los distintos elementos. Este jardín en forma de abanico al borde del acantilado se convierte en el nuevo centro geométrico del actual complejo arquitectónico, presidido por la sala rectangular de doble altura que mediante unas grandes superficies acristaladas en dos de sus lados, permite la apertura total y la unión del espacio interior con el exterior.
El otro elemento importante del conjunto es la piscina alargada que a modo de contrapunto, se sitúa en el extremo del terreno en el límite del jardín donde empieza el acantilado, provocando un efecto escénico con el horizonte y una sensación de vértigo acentuada en la terraza contigua, que mediante un pavimento de lamas de madera configura una gran terraza-balcón al mar a modo de atalaya.
Por último, el estudio se sitúa por debajo del jardín, aislándose visual y acústicamente de todo el complejo, consiguiendo así, un ambiente relajado y sosegado donde la unión con el mar se realiza a través de un cubo de cristal a modo de gran ventana, que una vez más emerge de la montaña para prolongar el espacio interior hacia la inmensidad del mar.